ISLAS AFORTUNADAS
10 días en febrero por Tenerife y La Gomera
No hay duda de que las Islas Canarias siguen siendo las Islas Afortunadas a día de hoy, a pesar de todos los años que han pasado desde que los griegos le dieran ese nombre y lugar en la mitología. He visitado varias de ellas, incluso viví por un tiempo en Gran Canaria, pero esta vez el viaje nos ha llevado a descubrir Tenerife, y cómo no, aprovechando la proximidad y facilidad de desplazamiento, vimos la oportunidad de visitar la Gomera en un par de días.
Al partir nuestro viaje en dos, debido esa escapada intermedia a La Gomera, decidimos seleccionar dos puntos diferentes donde alojarnos para conocer la isla de Tenerife. Los primeros cinco días nos alojaríamos en Puerto de la Cruz, después pasaríamos una noche en La Gomera, y por último, los tres días finales dormiríamos en la capital de Tenerife, Santa Cruz. Dividir la estancia en zona norte y zona sur es una buena forma de explorar la isla sin tener que realizar largos desplazamientos.
Dia 1: Toma de contacto con Tenerife
La isla de Tenerife tiene dos aeropuertos, Norte y Sur, nosotros aterrizamos en Tenerife Norte, pues suele ser el que tiene mejores combinaciones y precios con la península, además, nos interesaba porque la zona que primero queríamos conocer sería el norte de la isla. Para mi gusto, mucho más interesante para nuestro cometido que el sur.
Tras recoger el coche de alquiler nos dirigimos a Puerto de la Cruz, donde aún se estaban celebrando ¡desfiles y fiestas de Carnaval! El ambiente allí era maravilloso.

Es un lugar muy agradable para pasear por la orilla del mar, ver surfistas practicando su deporte favorito, otros haciendo parapente, numerosos restaurantes y bares con música en directo, callejuelas y plazas con auténtico sabor isleño… Sin duda, repetiría esta ciudad para alojarme en la isla por su ambiente y oferta variada, y por su ubicación estratégica en el centro de la parte norte.
Dia 2: Descubriendo los pueblos del Norte
Iniciamos el día saliendo de Puerto de la Cruz en dirección a la Villa de La Orotava para visitar los puntos más destacados de este bonito enclave como son el Jardín Hijuela del Botánico y Jardines del Marquesado de la Quinta Roja, la Casa Torrehermosa, la Iglesia de la Concepción y su imprescindible Casa de los Balcones en la que parece haberse detenido el tiempo una vez entramos y observamos cómo era la vida de la época en sus diferentes estancias.
Continuamos nuestro camino por la carretera del norte, deteniéndonos en Rambla De Castro, un paisaje protegido con laberínticos senderos que nos llevan hasta la Playa De Castro y el Fortín De San Fernando, alargando el camino todo lo que queramos hasta el elevador de agua de Gordejuela. Si se dispone de poco tiempo recomiendo ir al menos hasta el mirador del Fortín.

Después del bonito paseo sin perder de vista el agitado mar, nuestra ruta sigue hacia la próxima parada en Icod de los Vinos, tierra del drago milenario. El pueblo es un museo vivo, con palmeras agitadas por el viento, soportales y casonas con vistas impresionantes del Teide, visitaremos la ermita, el templo de San Marcos, el Mariposario, y por supuesto, el legendario Drago de Icod. Si no estáis muy interesados en pagar el precio de entrada al jardín donde se encuentra el drago, hay una vista panorámica muy bonita desde la plaza de la Iglesia, aunque nosotros entramos al jardín y debo decir que el recorrido por el mismo y las vistas desde el mirador, merecen la pena.
Tras una buena comida en un restaurante local, proseguimos la ruta hacia Garachico, un pequeño puerto en el que perderse a través de sus calles empedradas cargadas de historia, con numerosas casas palacio, conventos y murallas. También al borde del mar merece la pena el paseo, viendo las piscinas naturales de El Caletón, el museo Castillo de San Miguel y disfrutando de cómo las olas embravecidas golpean con fuerza contra todo lo que se pone a su paso. La estancia en este lugar nos encantó, buena señal de ello es que unos días después, volvimos.
Nuestra idea era continuar hasta el faro de Teno para ver allí la puesta de sol, pero la carretera de acceso está cerrada para vehículos a motor desde las 10 hasta las 19, tiempo en que en esta época del año ya es de noche. Existe también la opción de ir en autobús, pero el último regresa desde Teno antes de la puesta de sol, por lo que decidimos que no merecía la pena ir ese día. Así que lo pospusimos y cambiamos el plan dirigiéndonos a otro de nuestros lugares imprescindibles en este viaje, el Caserío de Masca. La carretera hasta este caserío remoto es una sucesión de curvas y desniveles con vistas al mar en muchas ocasiones, y sintiéndote totalmente en medio de la montaña en otros momentos, pero es realmente espectacular. Hay varios miradores en los que detenerse de camino a Masca, y sin duda, todos merecen una parada. Una vez en el pueblo, se siente tranquilidad absoluta paseando por sus calles, rodeados de naturaleza exuberante.

Finalmente, para ver la puesta de sol que tanto estábamos deseando, tomamos de nuevo la carretera, esta vez en dirección Santiago del Teide, y paramos en lo más alto, en el Mirador de Masca, donde disfrutamos de nuestro primer sunset en la isla, con el sol poniéndose sobre la linea del horizonte en el mar, o eso creíamos, hasta que una silueta se empezó a dibujar: allí estaba La Gomera, justo en el centro del disco solar ¡realmente increíble!

Dia 3: Parque Nacional del Teide
Llegar al Teide y pasar el día allí es toda una aventura para la que hay que estar preparado. Si se quiere ir al Parque Nacional desde Puerto de la Cruz, la opción más rápida es la carretera que parte desde la Orotava, pero aunque el camino sea un poco más largo, mi recomendación es acceder al Teide por la carretera que inicia en La Laguna, a través del pinar del monte de La Esperanza, un pequeño caserío agrupado en torno a una pequeña ermita cercano a varios yacimientos arqueológicos. Disfrutando de la carretera y el paisaje que nos rodea, fuimos parando en varios miradores, el más destacado es el mirador de Ortuño, desde donde obtuvimos la primera vista del Teide.

Continuamos ascendiendo para llegar al Parque Nacional, donde visitamos el Centro de Visitantes El Portillo, un espacio interesante que nos proporciona más información acerca del lugar en el que nos encontramos, antes de continuar entre terrenos que parecen de otro planeta, hasta llegar a la base del teléferico y realizar el ascenso que habíamos reservado unos días antes, algo que conviene hacer con con tiempo suficiente, pues los tickets de subida se agotan rápidamente, igualmente conviene ir con antelación al aparcamiento ya que suele estar completo, aunque siempre hay tráfico de vehículos que llegan y se van.

El teleférico une la estación base con La Rambleta (3.555 m) en un viaje aéreo de 8 minutos. Una vez arriba, hay dos opciones de senderos para realizar sin permiso, pues el acceso a la parte más alta requiere de una autorización especial gratuita que en nuestro caso fue imposible de conseguir, pero puedes conseguir la autorización previo pago de una importante suma, a través de la empresa que gestiona todos los servicios, pues ellos tienen todas las plazas reservadas durante los próximos tres meses, algo que nos indignó bastante… Volviendo a las opciones de sendero en la parte superior del teleférico: encontramos el sendero 11 al Mirador de La Fortaleza, el cual atraviesa un caótico mar de lava, que habla de las tremendas fuerzas que lo originaron, se trata del sendero ideal si quieres disfrutar de las hermosas vistas a la vertiente norte de Tenerife. El otro es el sendero 12, que nos lleva al Mirador de Pico Viejo atravesando antiguos ríos de lava, paseando junto a fumarolas que le dan un aspecto de lo más salvaje a la ruta, y el olor a azufre que nos recordará en todo momento que el Teide es un volcán que sigue en activo. Cada uno de los senderos se realizan en aproximadamente una hora, tiempo máximo permitido a esa altitud, por lo que hay que decidirse por uno. En nuestro caso optamos por el primero, pues es donde el cielo se veía más despejado, aunque la calima no nos permitió ver en su totalidad la linea de costa.
Tras la bajada, teníamos todo preparado para hacer un picnic, pues en el Parque apenas hay un par de opciones para comer y ni si quiera lo sabíamos, así que tuvimos la idea de aprovisionarnos de comida el día anterior y tomar ese almuerzo en el área recreativa de Las Lajas. Después afrontamos la tarde desandando el camino para dirigirnos a Los Roques de García, frente a la salida del Parador, allí comienza la ruta de trekking homónima, con el mirador de los llanos de Ucanca, que se hace aproximadamente en un par de horas.
Y como no podía ser de otra forma, elegimos nuestro lugar idóneo para la puesta de Sol, en este día fue el volcán de Samara. Se accede a la cumbre en una caminata de unos 15 minutos desde el parking, y las vistas, sin dudarlo, son de las más bonitas de toda la isla. El sol se esconde sobre la linea del mar en el horizonte, y al otro lado podemos ver la silueta de las montañas como si estuvieran dibujadas a lápiz unas detrás de otras. El enclave es mágico.

Dia 4: En bicicleta hasta el Faro de Teno
Un par de días antes nos habíamos quedado con la espinita de ver el Faro de Teno, así que hicimos una búsqueda de alquiler de bicicletas cerca del inicio de la carretera que dos días antes encontramos restringida para vehículos a motor, y lo hallamos.
Alquilamos nuestras bicis en el pueblo de Buenavista y empezamos a pedalear rumbo a la punta de Teno. Son unos 8 kilómetros de ida, con una buena subida, pero también una bajada muy disfrutona; y otros tantos kilómetros de vuelta, obviamente, pero con mayor pendiente subiendo. Además, a la vuelta el viento se nos puso en contra, y pedalear en subida con el viento de cara dificultaba bastante nuestro ascenso.

Consideramos que quizá a pie se iría más rápido que sobre dos ruedas. Nosotros somos ciclistas habituales, y aun así, en ese momento entendimos por qué mucha gente alquila aquí bicicletas eléctricas. Además de por el viento y la pendiente, se hizo más tedioso debido al cansancio después de haber pasado un magnifico día en las solitarias calas de la punta de Teno, nadando, haciendo snorkel, paseando y simplemente haciendo nada más que disfrutar. Es el lugar ideal para relajarse y sentir la paz y la calma más absoluta.

Dia 5: Trekking en Anaga y Noreste de la isla
A primera hora del día ponemos rumbo al Parque Rural de Anaga para realizar el Sendero el Pijaral. Se trata de un sendero restringido a un determinado número de visitantes al día, por lo que la solicitud hay que hacerla a través de la página web del cabildo. Las plazas se liberan con 16 días de antelación, pero se agotan muy rápido, así que hay que ser muy previsores y estar dispuestos a cambiar de planes. Este trekking circular de unas 3 horas de duración, tiene un espectacular mirador al fondo, con unas vistas que merecen totalmente la pena, además del disfrute del sendero en sí mismo.

Como opciones si no se consigue el permiso a El Pijaral, se puede solicitar el permiso de la Zona de Exclusión Monte de Aguirre, que es más fácil de obtener. O en caso de que no se consiga ninguno de estos permisos, existe el sendero de El Bosque de los enigmas, aunque este último está muy masificado.
Tras el senderismo, quisimos continuar hasta donde termina la carretera, pues habíamos leido que al fondo nos esperaba Chamorga «un caserío en un valle verde lleno de palmeras», pero la realidad fue que ni tan verde ni tan lleno de palmeras. Quizá teníamos las expectativas demasiado altas y por eso nos defraudó bastante.
Así que, emprendiendo el camino de vuelta, pusimos rumbo a Taganana, el pueblo más antiguo de la isla, por una impresionante y sinuosa carretera con magníficas vistas de la costa y de las casas blancas desperdigadas en ambas vertientes del barranco, para luego llegar hasta Benijo con su espectacular playa negra, lugar que también nos recomendaron como perfecto para ver la puesta de sol, pero una vez más, seguimos sin tener demasiada suerte, pues tras darnos un baño y descansar en la calma de su playa, las nubes llegaron imposibilitando cualquier visionado del atardecer. Por esto, decidimos acercarnos al hogar e intentar ver la puesta de sol en Bajamar. Esta vez acertamos, atardecer despejado, unas piscinas naturales que bien merecen un baño, y una espectacular cena en la cofradía de pescadores que pusieron la guinda del pastel a un día finalmente perfecto.

Día 6: Viaje a La Gomera
Abandonamos Puerto de la Cruz con la sensación de no haberlo saboreado lo suficiente, pues el Lago Martiánez estaba cerrado, no pudimos visitar el Botánico y cada día estábamos tan agotados al llegar al hotel, que la vida no nos permitía hacer mucho más.
El ferry a La Gomera parte temprano, es más grande de lo que hubiera imaginado y va completamente lleno. En una hora estamos en la isla que se enorgullece de la partida de Cristobal Colón desde su puerto antes de la llegada a América. Hoy no nos detenemos a ver la capital al salir del ferry, la dejaremos para el día siguiente, pues preferimos perdernos en los pequeños rincones de esta isla verde llena de terrazas de cultivo en desuso que hablan de la importancia que tuvo en otra época.
Ponemos rumbo a Hermigua por la carretera GM-1 parando en los numerosos miradores, a cada cual más pintoresco. Creemos que pasando el pueblo hay una playa con vistas al Teide y una piscina natural junto al Pescante, pero en lugar de eso, nos encontramos una zona de obras abandonada y una carretera cerrada desde hace mucho tiempo. Así que desandamos el camino y tomamos una nueva dirección hacia el pueblo de Agulo, ésta pintoresca localidad tiene el nombre de uno de los pueblos más bonitos de España, y presume de unas vistas únicas al Océano Atlántico y al volcán de El Teide. Totalmente cierto. Su centro histórico peatonal se recorre a pie en solo unos minutos y podemos ver la sencilla Iglesia de San Marcos Evangelista y la Casa José Aguiar, además de tomar un aperitivo con vistas al inmenso valle.

Conducimos de nuevo nuestro coche hacia el mirador de Abrante, una singular plataforma de cristal con vistas al Teide.
Las rutas por el norte de La Gomera terminan en el bonito enclave de Vallehermoso, cuyo nombre lo define a la perfección. Antes de llegar al centro no perderse las vistas desde el Mirador de Vallehermoso, situado bajo el Roque Cano. Ya en el casco urbano toca pasear por la Plaza de la Constitución donde está el Ayuntamiento y subir hasta la Iglesia de San Juan Bautista, El Jardín Botánico del Descubrimiento, La playa, El Castillo del Mar y los restos del antiguo Pescante de Vallehermoso.
Ya que nuestro plan era seguir atravesando la isla, decidimos contratar el alojamiento en Valle Gran Rey, donde se encuentran las mejores playas, el valle más bonito y el mejor ambiente, para mi gusto. Pero un poquito antes de llegar, comenzando a descender por la carretera hay que deleitarse con las maravillosas vistas del barranco desde el Mirador de Palmarejo, una obra del artista de Lanzarote César Manrique, y la cascada de Arure.

Conducir en La Gomera requiere paciencia y capacidad para apreciar el paisaje sin prisas, las distancias son cortas pero los desplazamientos son largos debido a las constantes curvas, subidas y bajadas.
Tras horas de conducción, las playas de Valle Gran Rey nos dan nuestro merecido descanso con un clima inmejorable, bonitas vistas, paseos muy agradables, perfecta puesta de sol, multitud de lugares donde cenar algo y también donde deleitarse con la música en directo en esta especie de paraíso hippy que no se parece a ningún otro lugar de los visitados durante este viaje…
Día 7: Garajonay y San Sebastián de La Gomera
Esta mañana nos dirigimos al Parque Nacional de Garajonay, donde existen 18 senderos para recorrer los bosques de laurisilva. Algunas de las rutas imprescindibles son el Alto del Garajonay, la Ermita de Lourdes o Raso de la Bruma. Optamos por hacer la primera de ellas, por el sendero 7, pero al llegar al Alto de Garajonay un mar de nubes cubría todo impidiendo ver más allá de unos escasos 5 metros. Estábamos en el interior de la nube, así que decidimos cambiar el plan y no tomar ningún sendero más, para a continuación, iniciar nuestro descenso a la capital, dando un ligero rodeo para detenernos en el drago de Agalán, la Ermita de San Isidro en Alajeró y el mirador del Cristo, aunque éste ultimo se encontraba cerrado.

Una vez en San Sebastián de La Gomera, iniciamos el recorrido en la Plaza de la Constitución, corazón del centro histórico, desde aquí vamos paseado las dos avenidas principales del centro: la calle de la Virgen de Guadalupe y la calle Real para ver La Casa de la Aduana o Pozo de la Aguada, El Museo Arqueológico de La Gomera, la Casa Bencomo, la Casa de Colón, la Iglesia de la Asunción, la Ermita de San Sebastián, y por supuesto, la Torre del Conde, todo un símbolo de La Gomera.
Pronto llega la hora de alejarse de la calma y la magia que envuelve a esta isla para tomar de nuevo el ferry que nos llevará durante una hora navegando por un embravecido mar, y de nuevo llegar al bullicio, que se me antoja ahora atormentante en el Puerto de los Cristianos. Casi es la hora del atardecer, por lo que al salir del ferry aparcamos y vemos la puesta de sol desde uno de los numerosos locales atestados de guiris en la Playa de las Vistas. Aquí el sol vuelve a fundirse con el mar en la linea del horizonte.
Día 8: Rodando desde Santa Cruz hasta Igueste
A pesar de que nos encontramos en la capital de la isla, hoy el tema de alquilar unas bicicletas se complica, pensábamos que las opciones deberían ser más numerosas, pero nos equivocamos. Tras mucha búsqueda, sin entender por qué una ciudad tan turística y dotada de carril bici durante varios kilómetros no dispone de este servicio, finalmente encontramos una empresa donde alquilar bicicletas a medio camino de la playa de las Teresitas, lo cual convierte ese lugar en nuestro punto de inicio de la ruta que comenzamos pedaleando hacia el este.
Pronto llegamos a la localidad pesquera de San Andrés, un pueblo de bonitas casas coloreadas repartidas en ambas vertientes de la montaña. Decidimos seguir pedaleando hacia el este, hasta que la carretera termine. Por el camino nos encontramos en primer lugar la playa artificial de arena dorada de Las Teresitas, calmada debido a su protección de mar abierto gracias al espigón.

Después de una subida no muy exigente, llegamos al mirador, con impresionantes vistas del pueblo y la playa. En la otra vertiente, encontramos la playa de las Gaviotas que es el antónimo de la anterior, una playa de guijarros negros con fuerte oleaje donde una multitud de surferos intenta tomar las mejores olas.
Continuamos el camino por la carretera llena de curvas y agradables ondulaciones, con imponentes vistas y repentinos cambios de aire, para llegar finalmente al pueblo de Igueste, descendiendo por su calle principal hasta dar con la iglesia de San Pedro Apostol, lugar donde el asfalto termina y debemos abandonar las bicicletas si queremos continuar a pie hasta El semáforo de Igueste. En nuestro caso, decidimos no hacer esa ruta caminando, pues en dos ocasiones durante el día nos habían advertido de no dejar las bicicletas solas aunque estuvieran candadas, algo que nos desconcertó un poco, pues la zona parece bastante tranquila… Así que pronto tuvimos que iniciar el camino de vuelta, no sin antes buscar una tienda en la que comprar agua, pues el calor era más sofocante de lo que hubiéramos imaginado. Tras preguntar a una vecina del pueblo y subir 150 escalones, llegamos a una tienda en la que literalmente se había detenido el tiempo en los años 70. Me sorprendí a mi misma pensado que aún existen lugares así de aislados en el país.
A la vuelta, como no podía ser de otra forma, tomamos un buen descanso y almuerzo en la playa de Las Teresitas antes de continuar hasta la capital para poder recorrer su costa sobre dos ruedas. El paseo es agradable, con carril bici desde el Puerto hasta el Palmetum, visitando la Plaza de España, el Auditorio, el Castillo de San Juan Bautista y el Parque Marítimo César Manrique. Durante este paseo supimos que la ciudad continuaba en ferias, así que por la noche, tras una cena en el centro histórico, en la zona más animada de la ciudad, alrededor del Teatro Guimerá, nos dirigimos a disfrutar de las vistas desde la noria, los coches de choque y los últimos churros que degustaríamos en la isla.
Día 9: Barranco del Infierno y relax en Palm-Mar
Para el último día completo en la isla habíamos planeado hacer el trekking del Barranco del Infierno, en las inmediaciones de Adeje. En esta época del año solo puede hacerse en horario de mañana y hay que comprar las entradas en la página web con unos días de antelación, pues el acceso está limitado a un determinado número de personas al día, con unas horas de entrada específicas. El camino es lineal y la duración completa es de aproximadamente 3 horas. Después de las instrucciones de seguridad, empezamos nuestra andadura en ascenso moderado, por un camino perfectamente acondicionado y señalizado, deleitándonos con las vistas del mar y del pueblo de Adeje cuando miramos atrás, sintiendo cómo nos adentramos en la vegetación y la profundidad del barranco.

Tras una hora y media de caminata entre dragos, castaños, arroyos y pájaros revoloteando, llegamos a la Cascada, un impresionante salto de agua surgiendo entre dos altísimas paredes que no permiten que la luz del sol ilumine sus aguas. Es el punto estrella del sendero.

El camino de vuelta se torna agradable a medida que volvemos a encontrar el sol asomando entre las paredes del barranco. Es una zona completamente viva, con una gran diversidad y un lugar perfecto para tener el contacto con la naturaleza en este sur de la isla cada vez más masificado y hormigonado.
Después de comer, el mejor lugar para pasar la tarde si hace un buen día, es la playa, pues en esta zona sur hay muchas para elegir, en función del tipo de ambiente que prefiramos. Nosotros solemos optar por las pequeñas y tranquilas, por eso nos fuimos a la Playa del Puertito de Adeje, pero no tuvimos en cuenta que la marea estaba alta y se había tragado la playa. Así que por no buscar más, cometimos el error de ir a una de las playas de la Costa de Adeje, de la que al poco tiempo nos fuimos porque no era nuestro ambiente.
Finalmente, terminamos el día en Palm-Mar, un pueblecito tranquilo con locales a pie de mar y pequeño paseo marítimo perfecto para ver la puesta de sol sobre el horizonte de este océano atlántico que nos deleitaría en nuestra última noche, acompañada después de una parrillada de pescado en el Restaurante Flamingo, el más antiguo y tradicional de la zona, cuya buena calidad y amabilidad de su propietario merecen esta referencia.
Día 10: Despedida en El pueblo de los corazones
Nuestro último día en la isla amanece gris y medio lluvioso, así que para levantarnos el ánimo antes de ir al aeropuerto, nos acercamos al pueblo de los corazones, Boca Cangrejo, un lugar en el que un artista local ha pintado corazones coloridos a lo largo de los muros del paseo marítimo, convirtiéndolo en la imagen del amor y la felicidad. Se trata de un pueblo pesquero tradicional, que más allá de la zona instagrameable tiene otras virtudes como sus casas construidas en una sucesión de pasillos laberínticos, y sus escaleras en las rocas con acceso directo al mar. Es un curioso y bonito lugar.

Habíamos dejado para el final el pueblo de San Cristóbal de la Laguna por su proximidad al aeropuerto, así que pusimos rumbo hacia allá, para callejear por su centro histórico, visitando las antiguas casonas y su Catedral, encontrar un lugar donde comer, y despedirnos de esta isla que tanto nos ha gustado.
Realmente, en Tenerife, tienes opciones infinitas. Es una isla para todo tipo de viajeros, y siempre vas a encontrar un plan que se adapte a tus necesidades y gustos, además de mencionar que el clima suele ser de ensueño, la comida realmente buena, y la gente de la isla, sin duda, la más amable y agradable. Sólo puedo tener una buena opinión acerca de las Islas Canarias, pues todas ellas, me tienen encandilada…
Datos prácticos:
- Alquiler de vehículos: Siempre me gusta hacerlo con la compañía local, CICAR, tienen siempre seguro a todo riesgo y kilometraje ilimitado, muy buena atención y si hay algún problema enseguida lo resuelven sin inconveniente. Mi experiencia en varios alquileres siempre ha sido muy buena.
- Ferry a La Gomera: Existen dos compañías de Ferry desde Tenerife a la Gomera, Fred Olsen y Naviera de Armas. Nosotros simplemente la elegimos en función de nuestras necesidades de horarios, pues los precios son similares.
- Barranco del infierno: http://www.barrancodelinfierno.es
- Teleféfico del Teide y excursiones: http://www.volcanoteide.com
- Permisos Monte Anaga: http://www.sede.tenerife.es
- Alquiler de bicicletas en Buenavista del Norte: elcardon.com
- Alquiler de bicicletas en Tenerife: La Sede Bicycles
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