INDIA
12 días en el Sur de India y Triángulo de Oro
India es un país mucho más extenso de lo que podamos imaginar, y también creo que mucho más diverso de lo que pensamos. Generalmente, la gente dice de India que «o la amas o la odias», pero en mi opinión, siendo un país tan grande y diferente, creo que no pueden hacerse ninguna de esas dos afirmaciones. Por ejemplo, si sólo hubiera estado en el Sur de India diría sin duda que me gusta India; pero sin embargo, si sólo hubiera visitado el Triángulo de Oro en el Norte del país, sin ninguna duda diría que odio la India y que no volvería.
Todo esto tiene una explicación, que narraré después, siempre en base a mi experiencia allí.

Itinerario:
- Día 1: Llegada a Kochi
- Día 2: Kochi – Crucero en barco a Allepey (noche a bordo)
- Día 3: Allepey – Munnar
- Día 4: Munnar: Parque Nacional Eravikulam
- Día 5: Munnar – Kochi
- Dia 6: Kochi – Delhi
- Día 7: Delhi
- Día 8: Delhi – Agra
- Día 9: Agra – Jaipur
- Dia 10: Jaipur
- Día 11: Jaipur – Delhi
- Día 12: Delhi – Vuelo a nuestro siguiente destino: Nepal
Sur de India: Kerala
Kochi – Allepey – Munnar
El sur de India es amable, tropical, húmedo y colorido. Me alegra que mi primer contacto con este país fuera a través de esta puerta de entrada.
Kochi
Desde la llegada al aeropuerto de Kochi hasta el centro de la ciudad nos separan 40 kilómetros que tardamos unas dos horas en completar en coche, puesto que el tráfico es caótico.
La alegría siempre inunda las llegadas a un nuevo destino, pero en este caso parece que esa alegría se ve potenciada por los verdes intensos de la vegetación, los coloridos murales que recubren numerosas fachadas del distrito centro, y el ambiente turístico familiar que se respira por la inminente celebración de la mayor fiesta en India, el Dewali.



En Kochi exiten dos zonas de interés, alejadas entre sí unos 15 minutos en transporte rodado, pero también asequibles a pie. Nosotros nos alojamos en Fort Kochi, la zona más local, histórica y amurallada. Aunque Fort Kochi ha perdido gran parte de esa muralla, ahora hay un malecón por el que pasear a orillas del mar mientras vemos uno de los atardeceres más espectaculares que podemos imaginar, al abrigo de los pescadores que utilizan sus peculiares redes de pesca chinas, convirtiéndose en la atracción de todos los paseantes.
Fort Kochi es un lugar para disfrutar, para perderse, para no tener prisa, para deleitarse en uno de sus restaurantes callejeros y ver pasar la vida con un helado en mano, para sentarse al borde del mar con los locales, disfrutando del momento… Fort Kochi es calma y es paz.
- Plaza Vasco de Gama
Toda la historia de esta zona gira alrededor del portugués Vasco de Gama, e igualmente, toda la vida bulle alrededor de esta plaza en la que se congregan vendedores, pescadores, turistas y paseantes locales a disfrutar de la vida.

- Playa Mahatma Gandhi
Otro punto caliente de la ciudad, donde podremos disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos de Kerala, viendo cómo el sol se esconde tras el mar en la linea del horizonte.

- Catedral de Santa Cruz
El paseo hasta la catedral merece la pena, sobre todo si coincide con las horas de culto y podemos entrar en ella, pues el resto del tiempo está cerrada.

- Museo Naval
Si se está muy interesado en la historia naval de India, la visita puede ser interesante, pero si no es así, no merece la pena pagar 2oo rupias por la visita a este museo en el que, para mi gusto, lo que más merece la pena es su jardín, por destacar algo.

La otra zona atractiva desde el punto de vista histórico es Mattancherry, donde se encuentran la mayoría de los enclaves turísticos que no podemos pasar por alto en esta ciudad.
- Mattancherry Palace o Dutch Palace
Es el lugar imprescindible por encima de todos. Se trata de un palacio de época colonial que alberga el principal museo de la ciudad con toda su historia desde que se tiene regristro. Además, destacan en él los preciosísimos frescos de las paredes, que nos cuentan la historia del Ramayana.
- Jew Town, Jew Street y Sinagoga
Damos un paseo por el barrio judio y su calle principal, la Jew Street, donde abundan las tiendas de arte y antiguedades, los restaurantes de moda y la venta de souvenirs. Al final de la calle llegamos a la Sinagoga, otra visita obligatoria en este área, pues es un edificio singular que nos habla de la historia del país y de la convivencia religiosa armónica, pues justo enfrente de su entrada hay ubicado un templo hindú, y a solo unos metros una de las numerosas iglesias que pueblan el lugar.



El barrio judio es un lugar vibrante al que dedicarle un tiempo de disfrute, y aunque sea más turístico que Fort Kochi, se sigue respirando ese ambiente amable local que caracteriza el sur de India.
Allepey (Alappuzha)
Por la mañana temprano salimos de Kochi con destino a tomar nuestro crucero en un barco-casa en la zona de Allepey. Aunque antes de llegar a destino, tras dos horas en coche, llegamos a la playa de Marari, donde el ambiente local y la alegría del Diwali se respira acompañado de una buena temperatura, pescadores faenando y familias jugando a la sombra de varias modestas sombrillas. Es una playa bonita y limpia, en la que extrañamente nadie se atreve a pisar sus aguas…

En la zona de Allepey la vida es flotante, los pintorescos barcos son llamados Kettuvallam, y todos ellos albergan una casa donde vive la familia que se gana la vida también en ellos, haciendo de los mismos su negocio, no sólo con el turismo, si no como barcos de pesca, tiendas, o medio de transporte para ir al colegio. El tiempo ha dotado a estos barcos de otro uso diferente para el que fueron consruidos hace más de 100 años, el transporte de arroz y especias.

Recorrer estas aguas durante un día y si es posible, también una noche, es una práctica muy demandada por los locales y cada vez más por los extranjeros que queremos descubrir los remansos de Kerala: un conjunto de lagunas, lagos, canales, estuarios y deltas de varios ríos que forman una compleja red que finalmente desemboca en el mar.
Para nosotros fue una auténtica experiencia pasar el día y la noche en este barco para nosotros solos, junto con el capitán y el cocinero, que se esmeró en cada ocasión para deleitarnos con platos locales sabrosos y frescos. Una experiencia inolvidable para recorrer este área conocido como el más verde del mundo. Es un lugar donde el tiempo se detiene entre un discurrir calmadado del agua, bonito, entre arrozales, palmeras y plataneros, viendo muchos más barcos, pescadores, aldeas rurales pintorescas y un atardecer espectacular desde en el que el tono rojizo del sol se funde con su propio reflejo en el agua.
Un lugar donde todo es calma.



Munnar
La distancia que separa Allepey de Munnar es de sólo 180 kilómetros, pero se tardan en recorrer unas 5 o 6 horas. Por el camino no hay mucho que ver hasta que empezamos a ganar altitud y adentrarnos en la jungla. La carretera es mareante, llena de curvas y obstáculos que sortear, además de tener un tráfico denso y pesado como el de toda India. Pero la belleza del paisaje comienza a justificar tantas horas de viaje.
Casi al final del camino, en la localidad de Anachal, muy cerca de Munnar, paramos en un teatro local llamado The Raga, para ver dos de los espectáculos más bonitos que hemos visto en todo el país. Se trata de la danza Kathakali y de las artes marciales Kalaripayattu.
El espectáculo de danza tradicional Kathakali se fusiona con otro tipo de bailes tradicionales dando como resultado una mezcla de vestuarios, maquillajes, máscaras y narraciones que nos transportarán a lo más profundo de la cultura del sur de India.



Las artes marciales Kalaripayattu son consideradas unas de las más antiguas en el mundo. El espectáculo es pura magia y entretenimiento.

Cada uno de estos dos espectáculos tiene una duración de 60 minutos y un costo de entre 300 y 500 rupias, dependiendo del tipo de localidades disponibles. Las entradas se compran allí mismo, en el teatro, pues se trata de una compañía local que ejecuta los mismos espectáculos cada día.
Esa misma noche, al llegar al hotel, decidimos que la mañana siguiente haríamos una excursión en Jeep para ir a ver el amanecer entre montañas.

La combinación de despertar a las 5 de la mañana, junto con el traqueteo exagerado del Jeep causa estragos en mi estómago, provocando unas náuseas de las que no podré desprenderme en todo el día. El amanecer se antoja nublado, pero el lugar desde el que lo vemos es maravilloso: el filo de una montaña situada entre dos valles de una belleza absoluta, en los que el avance y retroceso de la niebla nos va permitiendo descubrir más caras de la montaña. Como si de un dibujo perfilado a lápiz se tratara, un dibujo que trabaja con una superposición de capas verdes violáceas. El contorno del sol no puede verse en ese momento, pero no hace falta, porque el sol nos transmite su magia en cada tonalidad.
Después tomamos de nuevo el Jeep para ver la presa Ponmudi y el puente cercano. Luego, una vez el sol empieza a asomar por los altos de las montañas y la vegetación que las cubre, ya estamos en las Cataratas Konnayankal, donde vemos un nuevo amancer en un espectáculo único y solitario.

Tras volver al hotel y reponer fuerzas, a las 9 de la mañana iniciamos otro camino hacia el Parque Nacional Eravikulam. En este parque, las cabras salvajes campan a sus anchas y son el atractivo de la gran cantidad de turistas locales que aprovechan la festividad del Dewali para acercarse a este parque y deleitarse con las maravillosas vistas que ofrece.
Una vez entramos en el Parque, un autobús gratuito nos sube hasta el centro de visitantes y la zona de cafeterías a través de extensiones inabarcables de campos de té que iluminan todo con su color verde intenso. Después nos bajamos del autobús y tenemos una caminata de una media hora de duración, entre cabras salvajes más que acostumbradas a que las fotografíen, y la inmensidad de los verdes valles de belleza inigualable que nos rodean.



El camino de vuelta a Munnar es largo debido al tráfico horrible por el Dewali, pero al llegar a la ciudad hay varias opciones como visitar la plantación de te, los jardines de rosas, o simplemente parar a tomar una cerveza, aunque esto último es difícil de conseguir, pues en ese área abundan los espacios libres de alcohol. Nosotros lo conseguimos gracias a nuestro conductor, que paró en una tienda local para hacernos el favor.
Así que finalmente, brindamos por nuestra última noche en Kerala y por haber podido estar juntos haciendo este viaje al sur de India, que tanto nos ha gustado.
Al día siguiente, tras la vuelta a Kochi, comenzaría una India muy diferente, la cara B de la moneda…
Triángulo de Oro:
Delhi – Agra – Jaipur
Delhi
La ciudad más poblada de India y la segunda del mundo, con más de 33 millones de habitantes, a su vez situada en el país más poblado del mundo, es un auténtico caos en el que es extremadamente difícil encontrar un momento de descanso. Es imposible no atender a los estímulos visuales constantes, imposible no escuchar el ruido incesante de las bocinas de vehículos, imposible no sentir la asfixiante contaminación en nuestras gargantas… Delhi no deja indiferente de ninguna de las maneras.
Tras partir de Kochi tres horas más tarde de lo previsto, por las continuas reasignaciones de vuelos de la compañía, al aproximarnos a Delhi ya vemos un paisaje muy diferente desde la ventanilla… Casas recubiertas de una capa densa de color marrón inundan todo el paisaje, y la contaminación apenas nos deja percibir la tierra que nos está esperando.
El primer día es sólo una toma de contacto, vemos el camino desde el aeropuerto hasta nuestro hotel, situado en el área mochilera de Paharganj Market, una bulliciosa zona donde venden absolutamente de todo, y donde también puedes encontrar una de las caras más deplorables de la India, una cara que hasta ahora no habíamos visto en el sur: niños pidiendo en la calle, gente haciendo sus necesidades en cualquier lugar, basura a cada paso… Pero todo a un nivel desorbitado.
La impresión de Delhi la dejé escrita en mi libreta el primer día: «Con el poco tiempo que he estado en esta ciudad ya me ha servido para calificarla como uno de los peores lugares en los que he estado. Si el infierno existe, debe ser parecido a esta ciudad. Sé que muchos no compartirán mi visión, pero es lo que yo siento, es lo que pienso.» Tan solo me bastó llegar a la mañana siguiente para reafirmarme: «A la mañana siguiente, cuando salimos del hotel para hacer un tour en la ciudad, es peor aún. Se puede ver la pobreza, la suciedad y la tristeza en todas y cada una de las caras de la gente. En Delhi nadie sonríe, absolutamente nadie, porque no hay nada por lo que estar agradecido. Algo que repito en mi cabeza a cada instante es cuán agradecida le estoy a la vida por todos los motivos que tengo para estarlo». Algunos días después escribiría cosas mucho más duras…
- Mezquita Jama Masjid
La mezquita Jama Masjid o aljama es una de las mayores mezquitas de la India, lo que la convierte en el centro de culto principal para los musulmanes de Delhi. Tiene tres grandes puertas de acceso, cuatro torres y dos minaretes de cuarenta metros de altura. El patio puede alojar a más de veinticinco mil personas, y desde sus muros perimetrales podemos observar toda la parte vieja de la ciudad, pues está situada sobre un promontorio que la dota de más grandiosidad.
La llegada a la mezquita a primera hora de la mañana se siente como un oasis de calma entre la mugre de la ciudad, pero también el primer lugar donde empezamos a sentir que quieren cobrarnos por todo, una tónica en este área tan turística. La entrada a la mezquita son 300 rupias, más otras 50 por el alquiler de una túnica para mujeres, pues es obligatoria incluso llevando manga y pantalón largos. Además, hay que descalzarse y después te cobran 100 rupias más por haber «cuidado» de tu calzado amontonado con otras decenas de pares, durante unos 30 minutos o menos. Esto que acabo de describir sucederá de una manera u otra cada día y en cada zona turística.

- Paseo en Rickshaw
Al contratar un tour organizado es una de las actividades que están incluidas como uno de los atractivos turísticos de la India. Como siempre digo, no soy muy amiga de los tour organizados pero en ciertos países considero que es una buena opción cuando se dispone de poco tiempo, aunque algunas de las actividades que estén incluidas no sean de nuestro total agrado, como en este caso, donde sentí que había viajado en el tiempo 50 años atrás, a la manera de un adinerado inglés al que le tienen que rendir pleitesía los ciudadanos indios y mostrarse a sus pies; o peor aún, me sentí viajando en un Jeep en un safari viendo los animales desde un nivel «superior». Es una experiencia desagradable, en la que además, constantemente te dicen que durante el camino tengas cuidado con tus pertenencias porque la zona de Old Delhi por la que se pasa (Chandni Chowk) es una de las más peligrosas.
Lo mejor de todo fue la parada para beber el tradicional té servido en vasos de terracota, que tiene un sabor adictivo y dulce. Todo un descubrimiento que seguiríamos tomando cada vez que teníamos ocasión. ¡Delicioso!
- Mercado de especias de Khari Baoli
Nuestro paseo en rickshaw nos lleva hasta el mercado de especias más antiguo de Delhi, un lugar sucio en el que el olor es tan intenso que no es posible parar de toser y estornudar, pero también es un lugar donde vivir la auténtica experiencia local deambulando por sus cientos de puestos de especias, frutos secos, hierbas o té, y comprando todo tipo de productos de buena calidad.

Uno de los puntos curiosos del lugar es que las familias de comerciantes mantienen prácticas tradicionales en este mercado, operando desde las mismas tiendas numeradas que establecieron en 1551 sus antepasados.
- Agrasen Ki Baoli
Este lugar es un remanso de paz en Delhi. Se trata del pozo escalonado mejor conservado de los 14 con que cuenta la cuidad. Con sus 108 escalones, encontraremos un buen lugar para sentarnos en alguno de ellos y simplemente disfrutar de la calma que nos proporciona este oasis de calma. La entrada es gratuita.

- Gurdwara Bangla Sahib
El templo de esta religión de la que debo decir que jamás oí hablar antes, la religión Sikh, es un lugar curioso, tranquilo, repleto de oro y piedras preciosas, con estanques y varias salas donde reina la calma. Por desgracia, no puedo poner ninguna fotografía ya que no está permitido tomarlas. Parece que los Sikh son muy hospitalarios, pues además de los templos en los que se reúnen para orar, el recinto dispone de un inmenso comedor en el que cada día un grupo de voluntarios da de comer a más de 10.000 personas de cualquier religión, de forma totalmente altruista.
La entrada a este enorme complejo también es gratuita, simplemente debemos seguir sus normas que implican cubrirse el cabello en todos los casos, y descalzarse completamente para atravesar una balsa de agua donde «limpiar» nuestros pies antes de acceder al interior del templo.
- India Gate
Este monumento colonial, construido en memoria de los soldados indios muertos en la Primera Guerra Mundial, destaca en medio de la planicie ajardinada en la que se unen diversas avenidas que nos muestran en sus extremos lugares tan importantes como el Parlamento o la residencia del Presidente de India.

Este extenso terreno en el que sólo destaca la gran puerta de 42 metros de altura emergiendo imponente del suelo, es un hervidero de escolares que están realizando paseos por la historia de su país. Además hay otros tantos grupos de familias que disfrutan en los jardines, así como cientos de carteristas de los que de nuevo somos advertidos para que tengamos cuidado mientras que unos y otros se acercan para intentar hacerse fotos con nosotros sólo por ser blancos.
Una de las cosas que más me sorprende es que a pesar de ser temporada alta no hay mucho turismo en este país, al menos no tanto como había pensado que habría.
- Museo Nacional
La visita al museo supone una buena forma de conocimiento de la historia y la cultura indias, pues cuenta con una extensa colección de piezas de todas las culturas y periodos de la historia. Cuesta 500 rupias y merece la pena pagarlas en el caso de que dispongas de tiempo suficiente y realmente estés interesado en conocer más acerca de la cultura india.



- Gandhi Smriti o Casa Birla
Nos encontramos en la casa donde Gandhi pasó los últimos días de su vida antes de ser asesinado, hoy convertida en museo. Alberga diversos artículos y detallada información sobre la vida de Gandhi, además se han preservado las habitaciones donde vivía.
Se puede visitar tanto el edificio como las terrazas, de forma gratuita, algo que merece la pena hacer, pues además de aprender más acerca de la vida de Gandhi, escaparemos del bullicio de la capital en este auténtico remanso de paz.

- Lotus Temple
Se trata de una construcción moderna en forma de flor de loto que se abre sobre un estanque. La simbología de este templo es ese abrazo a los fieles, pues en él todas las religiones son bienvenidas. Aunque ahora más que un lugar de culto, parezca un centro de peregrinación turística, pues hay colas enormes para entrar, y el tiempo para estar dentro va por grupos de acceso, siendo muy limitado.

El templo, además de estar rodeado de estanques, se encuentra en una enorme explanada con jardines cuidados al detalle en los que por supuesto no se permite la entrada, pues si no, desgraciadamente estarían destrozados…
- Qutub Minar
Es una maravilla arquitectónica que conviene disfrutar al atardecer, pues los colores del sol que desaparece, se cuelan por sus arcos, mientras van dejando paso a la noche, cuando el recinto se tiñe de magia gracias a la exquisita iluminación, sobre todo, de su altísimo minarete, que tiene el título del más alto del mundo y además el más antiguo de Delhi. La entrada son 550 rupias que merece la pena pagar para disfrutar de una de las estampas más bonitas de Delhi, en un recinto único repleto de ruinas islámicas y apacibles jardines.



A estas alturas del día, tras las visitas a estos oasis culturales, parece que se nos ha olvidado lo que vimos por la mañana, pero en cuanto salimos de ahí y ponemos rumbo al hotel, la realidad vuelve y el infierno aparece de nuevo: niñas con bebes pidiendo dinero golpeando la ventanilla del coche, niños malnutridos vendiendo rosas, auténticos zombies acampados en las inmediaciones del hospital intentando que los monos que les rodean no les quiten lo poco que tienen… Así hasta llegar a la zona de nuestro hotel, Paharganj, zona bulliciosa y céntrica donde es mejor no alojarse si no se está interesado en el caos, la basura y el ruido. De hecho, la última noche que pasamos en la ciudad, antes de nuestro vuelo a Nepal, la pasamos en las inmediaciones del aeropuerto, en la zona conocida como Aerocity, que es un lugar donde India deja de serlo para convertirse en un maqueta, un lugar de acceso privado en el que poder respirar a pesar de la contaminación y polvo en suspensión que cargan la atmósfera. Debo decir, que 10 días después de abandonar el país, cuando regresamos a Delhi después de nuestro viaje a Nepal, la capital se encontraba en máximos históricos de niveles de contaminación, superando en más de 60 veces los máximos recomendados por la OMS. Era terrible, la niebla lo cubría todo, era imposible respirar, pero por suerte, a nosotros solo nos agarró en el aeropuerto de vuelta a casa y no durante nuestra estancia en el norte del país…
Agra
Felices por alejarnos de Delhi, ponemos rumbo a Agra en un aburrido, plano y lineal viaje de unas cuatro horas de duración. La realidad al llegar a Agra no es muy diferente de la de Delhi, aunque en menor escala, pero ya nos vamos acostumbrando al caos, si es que esa es la palabra.
- Itmad-ud-Daula o Baby Taj
El llamado Baby Taj Mahal es un aperitivo de lo que nos va a esperar después, en nuestra visita al Taj Mahal, por esto conviene visitarlo antes. El lugar sorprende nada mas entrar, por su perfecta simetría, característica de la arquitectura islámica, la belleza de sus jardines y la exquisita obra en mármol que lo compone. La entrada son 310 rupias que merece la pena emplear.

- Taj Mahal
Una de las siete maravillas del mundo moderno. Título más que merecido.
La visita al Taj Mahal antes del amanecer es una de las más populares, y realmente es un buen momento para ir al recinto, pues no hay tanta gente como en otros momentos del día. Pero antes de hacer esa visita, nosotros dedicamos la tarde anterior a admirar la belleza de este mausoleo desde la orilla contraria del río Yamuna, mientras el sol se ponía, y nos ofrecía por primera vez la vista de este monumento impresionante que nos deja asombrados incluso a pesar de encontrarnos a una larga distancia.
Para llegar a este lugar, solo hay que caminar dos minutos desde el parking al que tienen acceso los taxis, pero ¡cuidado! porque a la salida del parking intentarán venderte un paseo en Tuk Tuk con la excusa de que está muy lejos pero si no queréis sentiros estafados no lo cojáis porque son dos minutos en Tuk Tuk, es decir, cinco minutos caminando, literal. Algo por lo que te cobran 500 rupias… Si en Delhi sentimos que nos cobraban por todo, aquí seguimos con la misma dinámica.

Al volver al hotel, el guía no dice que el área no es segura y que no salgamos de noche, tampoco que tomemos un taxi en la calle, que si queremos algo llamemos a la empresa para proporcionarnos un conductor. Sinceramente, creo que algunos guías en India deben pensar que los turistas somos todos idiotas y que no hemos salido nunca de casa, eso o su afán por sacarnos el dinero llega a límites insospechados.

A la mañana siguiente, saliendo aún de noche del hotel, entrando en el recinto de la maravilla arquitectónica, vemos cómo el Taj Mahal se alza imponente a medida que el sol va asomando por el horizonte. La imagen sería perfecta si el color del sol lo tiñera todo de su característica tonalidad naranja pero esto no sucede porque el cielo está cubierto con esa especie de neblina que forma la polución extrema en la que está sumida el área en que nos encontramos, a pesar de que los guías de nuevo nos tomen por tontos haciéndonos querer creer que el humo se debe a los fuegos artificiales que se quemaron una semana antes en la festividad del Diwali.
El día anterior, desde lejos, pudimos intuir la grandeza del Taj Mahal, pero no es hasta ese día que estamos ahí cuando llegamos a sentir su majestuosidad. Realmente, una vez allí, debo decir que es una de las construcciones más imponentes que he visto y sentido en mi vida. Sí, sentido.
Este monumento en realidad es el mausoleo de la esposa favorita del emperador musulmásn Shah Jahan, mandado construir por él a la muerte de su amada en 1632, y hoy en día es considerado un símbolo de amor eterno. El edificio principal está construido completamente en mármol tallado y piedras semipreciosas incrustadas en las tallas. Nos cuentan que se emplearon 20.000 personas durante un periodo de 22 años para realizarlo. La entrada son 1300 rupias que hay que pagar sí o sí, pues sería un delito ir a Agra y no visitar el Taj Mahal.
Tras la visita completa, salimos de allí volviendo la vista una vez más, derramando alguna lágrima al sentir que probablemente sea la última vez en la vida que veamos esta maravilla de la humanidad…

- Fuerte de Agra
En el fuerte de Agra sólo podemos visitar la parte abierta al público, que corresponde al 25 por ciento del total, pues actualmente el resto del fuerte es la sede de la Armada. Pero ese 25 por ciento es enorme y vale la pena visitarlo por las 600 rupias que vale la entrada, a pesar de ser un precio alto.



Tras la piedra roja tosca de su muralla, sorprende lo que en su interior alberga: un delicado palacio realizado en mármol blanco con exquisita talla, al estilo del Taj Majal. La sorpresa de sus colores, los paseos por sus jardines, y las bonitas vistas del río con el Taj Majal al fondo nos trasladan a otra época de grandeza.


A mediodía ponemos rumbo a Jaipur. Nos separan 200 kilómetros, que suelen ser unas 5 horas en coche debido al estado del tráfico y las carreteras, a pesar de ser una linea recta. Por el camino, paramos en el pozo escalonado más grande de la India: Chand Baori, por el que pagamos un excesivo precio de 300 rupias teniendo de nuevo la sensación de ser billetes andantes. A pesar todo, es un bonito lugar donde apreciar la exquisita arquitectura y simetría característica de este tipo de construcciones. Es de una enorme grandeza y antigüedad, pues tiene casi 20 metros de profundo y sus muros se mantienen inalterados al paso del tiempo desde el siglo VIII antes de Cristo.

Finalmente, la llegada a Jaipur es de noche y es cansada, pero ya sus majestuosas puertas de entrada nos anuncian que esta ciudad es diferente. Aquí hay un rayo de esperanza.
Jaipur
Jaipur fue la cuidad que más gratamente me sorprendió en India, quizá porque ya no estaba esperando nada especial, o quizá porque a esto se unió un rico patrimonio y una belleza natural sorprendente en algunos enclaves de esta conocida como «la ciudad rosa».
- Hawa Majal o Palacio del Viento

Tiene una buena explicación que esta sea la primera parada del largo día que nos espera, pues es un lugar cuyo atractivo es visible únicamente desde fuera, especialmente a primera hora de la mañana, cuando los rayos del sol inciden en su fachada. El Palacio del Viento recibe este nombre por sus más de 900 ventanas que permitían refrescar a la princesa mientras disfrutaba de las vistas del campo que la rodeaba, hoy transformado en una enorme urbe. Las vistas desde su jaula de oro, hoy no son las mismas, pero nuestra vista de esta fachada escalonada que posee el edificio, permanece inmovil al paso del tiempo.
- Fuerte de Amber
Este fuerte se encuentra situado al norte de la ciudad, y antes de llegar a él, ya sentimos la belleza de tan impresionante construcción. Esta siuado en un promontorio rocoso frente al río y rodeado por una enorme muralla defensiva de 18 kilómetros de largo, al más puro estilo de la Gran Muralla China.

Por desgracia, una de las cosas que también vemos es una gran cantidad de elefantes que suben a turistas en sus lomos, para conducirles a lo alto del fuerte durante jornadas interminables, un tipo de turismo que recomendamos no hacer…
Antes de entrar en la fortaleza, durante la subida, hacemos una parada en otro pozo escalonado del siglo XVI llamado Panna Meena Ka, aunque nos sorprende menos al haber visitado ya los dos anteriores.
Seguimos rumbo a la entrada y a medida que ascendemos, el camino se llena de vendedores excesivamente insistentes y de carteristas aprovechando el descuido. La entrada cuesta 500 rupias, el precio más barato y mejor justificado de todo lo que vimos en Jaipur.



Una vez arriba, casi nada más entrar, no hay que perderse el templo hinduista construido enteramente en mármol blanco, destacando la imagen tropical de un platanero de mármol verde que me traslada al trópico en un espacio de pura belleza… Después, continuamos por las tres residencias del rey: la de verano, la principal y la de la época del monzón. Cada una de ellas está construida sabiamente en función de su finaldad, pero sobre todas ellas destaca la residencia principal, decorada completamente con espejos convexos que permitían hacer un efecto mágico al caer la noche y reflejar las llamas de los candiles centelleando en cada rincón de la residencia. Un buen guia podrá mostrarnos ese peculiar efecto en la zona más oscura de la residencia.
El palacio es de una belleza embaucadora, quizá por esto hay tantas parejas que vienen a hacerse sus fotos de boda ataviados con los más bonitos trajes, mostrando su amor en un entorno realmente impresionante.

Tras esta larga, concurrida y calurosa visita ponemos rumbo al pueblo.
- Jal Mahal
En nuestra primera parada encontramos este palacio situado en el centro del lago Man Sagar, no está permitido su acceso, y te lo venden como uno de los sitios más pintorescos en la ciudad. Puede que lo sea si el día está despejado y sólo miras a lo lejos, pues la explanada desde donde puedes observarlo está llena de vendedores y de niños pidiendo que te persiguen hasta la saciedad. Es suficiente dedicarle unos minutos a observarlo en la lejanía.

- Gaitor Ki Chhatriyan
Un oasis de paz muy poco frecuentado y muy recomendable de visitar. Se trata de un conjunto de cenotafias situados en un tranquilo jardín repleto de buganvillas y todo tipo de árboles donde nos deleitaremos con la exquisita ornamentación de cada una de estas simétricas construcciones. Realmente es un lugar que merece la pena visitar, y el precio es sólo 50 rupias.



- Jantar Mantar
En el bullicio de la ciudad exploramos este lugar, también conocido como «El Observatorio», por el precio de 200 rupias. Es un lugar fascinante para los amantes de la astronomía y para los no tan amantes. Aquí aprenderemos mucho sobre este tema debido a la facilidad de manejo de los antiguos instrumentos de grandes dimensiones construidos en el recinto para poder saber cosas tan elementales como la hora, el día, las estaciones, los signos del zodiaco, los ascendentes en los signos zodiacales, y un sinfín de curiosidades que un buen guía podrá explicarnos mientras tratamos de no deshidratarnos a mediodía y ¡a pleno sol!

- City Palace
Dentro de este recinto, que es la casa del actual rey, podremos sumergirnos un poco en su vida gracias a los diferentes museos que hay en algunas de las salas visitables, el más interesante es el Museo de telas y antiguas prendas reales. Pero si se dispone de poco tiempo o poco presupuesto, yo aconsejaría ahorrar las desorbitadas 1000 rupias que cuesta, en comparación con lo que ofrece.



- Cine Raj Mandir
Y como no podía ser de otra forma, al terminar el día, decidimos hacer algo de lo más bizarro, pero que sin duda fue una experiencia única. Encontrándonos en este área del país, que cada año filma un elevadísimo número de películas, no podíamos irnos sin ver una de esas películas en el famosísimo teatro-cine Raj Mandir. El edificio en sí te dejará impactado una vez atravieses sus modestas puertas, y después, las salas te dejarán boquiabierto.
En la entrada hay muchas diferentes opciones de comida rápida y bebida para disfrutar de la película en hindi, sin subtítulos, pero con un argumento perfectamente entendible.

La verdad es que Jaipur nos dejó con las ganas de haber pasado allí al menos un día más, pues hay mucho que ver, como sus puertas de acceso a la ciudad, ver la una puesta de sol desde el Nahargarh Fort, visitar el Galta Ji Temple o el Albert Hall Museum.
Nosotros, al día siguiente teníamos 5 horas de carretera hasta Delhi, y después, una tarde casi perdida debido al cambio de nuestro vuelo para el día siguiente. Si pudiera dar marcha atrás, no volvería en coche a Delhi, tomaría un avión y así tendría ese día extra que me hubiera gustado tener en Jaipur. Desde luego Jaipur da para dos o tres días, y finalmente hizo que me fuera de India con un sabor más dulce de lo que esperaba.
Reflexiones finales de un viaje a India
A pesar de lo duro que pueda sonar, quiero compartir mis apuntes de la última noche en India. La gente dice que hay que estar preparado para viajar a India, y es verdad, pero vuelvo a repetir que depende a qué zona de India viajemos, y además es algo muy personal. Este apunte lo hice dentro de mi hartazgo en Delhi, olvidando lo bien que me había sentido en aquella primera parte del viaje en el sur del país y al final del viaje en Jaipur. Es por esto que no quiero que se tome como una generalización, pero aún así, a pesar de que se pueda tomar como tal y aún a riesgo de crítica, quiero compartirlo:
«Empiezo a estar bastante harta de este país. No entiendo cómo la gente dice que a la India puedes amarla u odiarla, pues por ningún lado veo que se le pueda amar, ese es mi caso. El colmo ha sido esta última noche, cuando teníamos previsto nuestro vuelo a Nepal pero Air India nos lo ha cambiado para la mañana siguiente, así que nos hemos visto obligados a reservar un hotel cercano al aeropuerto, pero antes de llegar comprobamos que está situado en un barrio mugriento, del que las reseñas dicen que es peligroso, que en el hotel no hay toallas ni papel higiénico, que las sábanas están sucias… Seguimos leyendo reseñas y todas las buenas reseñas son falsas. Las auténticas tienen una puntuación mínima. Es en este momento cuando descubrimos que las reseñas de los hoteles están falseadas y no se corresponden con la realidad.
Estoy harta de la mentira, de la estafa, de la suciedad en todos y cada uno de los lugares, harta de los malos modos, de la falta de educación, de los niños que te piden dinero en la calle y te persiguen alentados por sus padres, de los indigentes que te tocan a tu paso para que les des algo de dinero, harta de gente seria y malhumorada, de que ni siquiera saluden cuando entras en un restaurante y sólo lo hagan cuando van a pedirte dinero, fotos o que compres en su tienda. Estoy harta de que me limpien la taza del wáter y me den papel en los baños públicos sólo a mí por ser blanca. Harta del olor a heces en las calles, de ver a gente haciendo sus necesidades en cualquier sitio, harta de coches que pasan a tu lado rozándote, o en dirección contraria en la autovía, harta de que no haya aceras y no se pueda pasear con tranquilidad (y tampoco sin ella), harta de carteristas, de niños golpeando las ventanillas en los semáforos… harta de una interminable lista de cosas que desgraciadamente podría relatar durante horas.
No me cabe duda de que la India fue un gran lugar, magnífico, bonito y espiritual mucho tiempo atrás. Pero hoy en día no queda rastro de eso, y lo poco que queda está en ruinas y en peligro de desaparición.
Debo volver a decir que la India no es igual en unas zonas que en otras. De Kerala no me atrevería a decir lo mismo que estoy diciendo del llamado «Triángulo de Oro», porque la realidad allí es otra muy diferente. Delhi me ha sobrepasado»
India, datos prácticos:
- Visados: Para entrar en India los españoles necesitamos un visado que debemos tramitar online unos días antes de nuestra visita. Una vez tramitado, pagada la tasa y aceptado, deberemos imprimirlo para mostrarlo tanto en el mostrador del aeropuerto a la salida del país de origen, como en la ventanilla de inmigración a nuestra llegada. Más información oficial aquí: https://indianvisaonline.gov.in/
- Tarjeta SIM: Siempre suelo hacerme con una tarjeta SIM en cada país que visito. En este caso compré una e-Sim antes de viajar al país, pero es mucho más caro que comprarla directamente en alguna de las varias compañías que las ofertan en el propio aeropuerto. Hay multiples opciones a precios mucho más asequibles.
- Uber: Es lo que mejor funciona a la hora de desplazarse en India. Con esta aplicación puedes reservar un coche, un Tuk Tuk o una moto en cualquier parte de la ciudad. Los precios son bastante similares a los que podrías obtener negociando en la calle con un conductor local, ahorrándote tener que hacerlo. A veces es un buen indicador de lo que te puede costar un determinado desplazamiento y después si lo prefieres, salir a la calle y ponerte a negociar.
- Air India: Cuidado con esta compañía, que cambia sus vuelos constantemente, sin derecho a compensación ni opción de reagendar el vuelo según nuestros intereses. Recomiendo no ir muy ajustado con el itinerario para que se pueda llevar a cabo todo lo que tenemos previsto en caso de que haya cambios en los vuelos.
- Puntuaciones de los hoteles: A la hora de reservar hoteles en India conviene fijarnos en los comentarios, mucho más que en la puntuación general. Pues durante nuestro viaje, en varias ocasiones nos encontramos que los hoteles tenían buena puntuación debido a comentarios falsos (con una puntuación de 10), pero los comentarios reales daban puntuaciones pésimas. Ojo con esta práctica porque es mucho más habitual de lo que pensamos.
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