Estoy nerviosa y angustiada a partes iguales.
Voy en un tren, camino del aeropuerto, deseando que deje de llover y mi amiga llegue a tiempo.
Esta mañana fui a comprar un libro para este viaje, porque no vale cualquiera para algo tan importante. En esa librería, al pasar por su escaparate sueño despierta pensando cuál será el próximo que me voy a llevar. Siempre me gustan todos. Pero hoy no me gustaba ninguno. La tendera intenta ayudarme exhibiendo un extenso muestrario que cree se adapta a mis requerimientos, pero en absoluto me parecía interesante. “Quiero un libro de viajes, pero más bien de viaje al interior de uno mismo, pero también al exterior, un libro pequeño pero fuerte, que me haga pensar e indagar en mi, y que pueda dejar en un bonito lugar para no tener que traerle de vuelta”
Entonces, ha aparecido: “Mujeres en ruta”. Según lo he visto he recordado el momento en el que hace semanas lo vi en el escaparate y había deseado tenerlo en mis manos. No lo recordaba, como me pasa siempre. He ojeado escasas frases y he sentido ese flechazo…
Ahora, como dije, estoy en el tren, y he comenzado a leer:
“A todas las viajeras, exploradoras, descubridoras que no se harían tantas preguntas si fueran hombres. Este libro está hecho para que nunca lo llevéis con vosotras después de haberlo leído”
Nada puede ser tan poético. Ni tan casual.
Deja un comentario